Hola amigos y amigas lectoterrícolas.
Hace unas semanas me quedé sin energía en mi nave
espacial y tuve que realizar un aterrizaje de emergencia en el planeta Montaña del Volcán.
No era el mejor sitio para visitar, porque, según mi robot de a bordo, en aquel
planeta vivía un dragón muy poderoso que custodiaba un tesoro. Pero yo
necesitaba del calor del volcán para recuperar la energía perdida. Mientras se
recargaba mi nave, decidí investigar por los pasadizos de la montaña, me perdí
y fui a salir a una enorme galería donde se encontraba un dragón de dos cabezas
durmiendo sobre un enorme cofre. Le di al botón de invisibilidad de mi traje
espacial, justo en el momento que el dragón abría sus ojos y comenzaba a
olfatear, tenéis que saber que los dragones espaciales tienen un olfato muy
fino.
-¿Quién anda
ahí?- preguntó la cabeza que hablaba, porque la otra era la que lanzaba fuego.
-Soy tan
grande como el mundo y con todo no me ves. Me tienen por vagabundo. Te envuelvo
ancho y profundo, todito de cabeza a los pies- Esta es, por supuesto, la manera
de dialogar con los dragones, si no queréis revelarles vuestro nombre verdadero
(lo que es juicioso), y tampoco queréis enfurecerlos con una negativa
categórica (lo que es también muy juicioso). Ningún dragón se resiste a una
fascinante charla de acertijos, y a perder el tiempo intentando comprenderla.
-Sois más
que el aire porque puedo sentiros aunque no veros, no queráis tomarle el pelo
al dragón Smaug, aunque veo que sois hábil con las palabras, ¿Quién sois?-
respondió.
-No soy nada
y tengo nombre. Siempre iré pegado a ti, así seas robot, dragón u hombre y
nunca escaparás de mí- le dije este acertijo mientras caminaba hacia atrás
intentando escapar.
-Hermano-le
dijo una cabeza a la otra-Aunque dice ser superficial y pertenecer a lo
profundo, es más que una simple sombra, pues a prueba terrenal de que pertenece
a este mundo lo puedes ver en el suelo delante de tu hocico- dicho esto y la
otra cabeza lanzó una llamarada de fuego en dirección a donde me encontraba.
Menos mal que estaba bastante lejos y sólo me chamuscó
parte del traje.
Al llegar a la nave ya estaba recargada y salí
pitando, aprovechando eso que mientras más grande es, menos se ve.
Os tengo que confesar que me ha gustado mucho mi
conversación a base de adivinanzas con el dragón Smaug. ¿Sabes alguna? ¡Mándamelas!
Mientras yo sigo mi camino llevado por aquel que vuela
sin alas, chifla sin boca, no se ve ni se toca.
Gradatrixtrom partix (que en vuestro idioma sería Gracias y buen viaje).
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